todo tiene un fin.

Todo tiene un fin. Hasta los veranos interminables.

Me despedí del mar, de los paseos por el barrio de Santa María, de la Caleta y del Pópulo. Les dije "hasta pronto" a los edificios decadentes, a los desconchones de sus paredes encaladas. Paseé por sus calles cuando anochecía y retuve en mi memoria los colores de las persianas que sobresalían por sus balcones.

Me alimenté de aquel espectáculo visual para volver a mi querido Madrid, al que también he echado de menos.

Memoricé todo aquello para recordarlo cuando los días sean más cortos, se recojan las terrazas de las calles y los domingos se conviertan en esa especie de maravilloso día melancólico al que estamos acostumbrados cada otoño.

Todo tiene un fin. Pero no sería un bonito recuerdo si no acabase.


Fotos: Mercedes Pérez
Cádiz, agosto 2013




los veranos interminables

Estar de vacaciones es poner mucha distancia entre aquello que tenemos como realidad y esto que estamos percibiendo como algo extraordinario. Cambiar de sitio nos lleva a otro lugar, no solo físicamente. 

Este año he venido a ese sitio que significó vacaciones durante toda mi infancia. Y he vuelto a sentir el sabor de aquellos veranos interminables, la arena en los huequitos de las chanclas, las siestas interminables, el olor a pescado frito y los paseos por esta ciudad...

Hoy he visto un kiosko de bebidas en el que ponía: El Kioskito. Especialidad en veranos interminables.

Pues eso.


Fotos: Mercedes Pérez
Cádiz, agosto 2013

de aquellos días lluviosos

Justo cuando (por fin) empiezo mis vacaciones, recuerdo aquellos días lluviosos que aún eran frescos. Y me pregunto qué veía de malo en ellos entonces. Y me pregunto también por qué descarté estas fotos que tomé el pasado mes de marzo.

Supongo que precisamente por ser días lluviosos, fríos y algo tristes. 

Hoy los echo de menos, pero sabiendo que los siguientes días lluviosos serán fríos también, aunque mucho más alegres que aquellos del pasado mes de marzo.


Fotos: Mercedes Pérez
Córdoba, marzo 2013


nuevas adquisiciones: Hakei & Canden Garden

Cuando la gente habla de estar en contra de las pieles imagino que hablan de ese tipo de pieles que se utilizan matando animales exclusivamente para hacer prendas, bolsos o lo que quiera que sea. Especialmente cuando son animales a los que únicamente se matan para hacer este tipo de cosas. 

Cuando yo digo que, al igual que la ropa en general soy menos exigente (me reconozco heavy consumer de moda low cost), con bolsos y zapatos soy radical: quiero que sean de piel. Tengo bolsos de otros materiales, mi Zubi, por ejemplo, es de lino. A lo que me refiero es que no puedo soportar el poliuretano, el poliéster, los termoplásticos y toda esa infinidad de materiales que hacen que una tienda huela más parecido a una ferretería que una cadena de moda. Ya sabéis a qué me refiero.

Hablando de mi Zubi, desde que lo tengo (hace más de un año) me he aficionado por los poach o los benditos bolsos de mano, que adoro y que por cierto, me resultan comodísimos. Y el otro día me topé con este de piel de Hakei, que estaba rebajado y al que no me he podido resistir. Felicidad total su tacto :)


A los que me leéis desde hace años, seguro que no os suena a nada nuevo mi amor por las bailarinas. Este verano me he comprado varios pares de aquí y de allá. Todos de piel y todos muy rebajados. Pero ayer descubrí mi nueva marca de bailarinas: Canden Garden.

La marca de bailarinas de Teresa y Rocío ya había estado en mi wishlist desde hace muchos meses, pero ayer tuve la oportunidad de conocer la marca de cerca (y a Rocío también). Hoy he estrenado mis Juanitas, un modelo que parece hecho a mi medida, con un dedo de tacón, un pelín de punta y una horma que a priori recuerda un poco a los zapatos de abuela... pero que puestos son todo un acierto.


No os hablo ya de lo cómodas y blanditas que son (ni una rozadura el primer día). Desde luego, las nuevas mejores amigas de mis pies. 

Fotos: Mercedes Pérez
Madrid, agosto 2013


agosto (otro más)


Algunos agostos atrás. Hace solo dos o tres agostos viajé muchísimo. Hoy recuerdo aquellos agostos con cariño y algo de nostalgia. Cuando la vida de uno cambia tanto que casi parece haber pertenecido a otros, solo entonces podemos mirar atrás con la certeza de estar viviendo como se debe. O al menos como uno quiere.

Hoy miro estas fotos con nostalgia, pero con la alegría de saber que estoy viviendo intensamenta cada etapa de mi vida.

***





Fotos: Mercedes Pérez
Córdoba, Benalmádena, Madrid, Bruselas, Barcelona, Galicia, Asturias y Amberes 
(veranos de 2010-2011)

















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